Almuerzo Cultural: una sabrosa manera de aprender

Guiados por una actividad de Vida Práctica, una de las áreas del Sistema Montesori, el grupo Kinder II comenzó el año con una culinaria. Y fue a través de la receta de pastel de zanahoria, que los alumnos de la profesora Helena Marques descubrieron un interés en común: el placer de estar en la cocina. Así nació el proyecto “Culinaria: una sabrosa manera de aprender”, que además de llevar el grupo a un semestre de descubrimientos culinarios, aun proporcionó a los alumnos la responsabilidad del primer Almuerzo Cultural del año.

Aunque el interés sobre varios tipos de culinaria sea el foco de los estudios del grupo, fue la colectividad, uno de los frutos del Trabajo por Proyectos, que trajo el tema del Almuerzo Cultural. “Luego que comenzamos las clases a Gabriela (Cardoso) nos contó que vivió en  la República Dominicana. Eso llamó la atención del grupo entero y quedamos imaginando qué las personas comían allá. Cuando ‘teacher’ Carla nos dijo que haríamos el primer Almuerzo Cultural quedamos animados, porque la República Dominicana nunca había sido objeto de estudio”, explica Helena. Las búsquedas sobre el país envolvieron historia, geografía, cultura y gastronomía que, al final, fueron presentados al grupo Kinder I (teacher Karoline Titonele) y a Fabiana y Trajano Cardoso, padres de Gabriela. “Fue muy interesante. Viví en la República Dominicana por tres años y lo que más me llamaba la atención es que hablé en la presentación es que allá, aunque en el invierno, estaba caliente. También me gustó el almuerzo. Aquí comemos plátano asado, pero intero. Allá era amasada mismo. Pero se asemejó mucho con la comida de allá”, recuerda Gabriela.

Montessori em el Trabajo por Proyectos

Es muy común ver un proyecto surgir debido a las actividades del Sistema Montesori. En el caso del grupo Kinder II, la culinaria llamó la atención por hacer parte del área de Vida Práctica. “En nuestra práctica siempre observamos que una actividad con material concreto y del sistema montesoriano hace surgir un proyecto. Eso se pasa porque cuando el niño o adolescente ponen las manos a la obra ellos tienen la sensación de libertad y se sienten  libres para hacer preguntas. A partir de esto tenemos la formación de la base de un proyecto, o sea, un alumno activo, autónomo y cuestionador. Es así que las dos prácticas se relacionaron”, explica la directora Luciana Ribeiro.