Trabajo por Proyectos

El Trabajo por Proyectos, así como otros abordajes educacionales no tradicionales, tiene su matriz ideológica en la Escuela Nueva, movimiento iniciado al final del siglo XIX y que ganó fuerza mundial en las primeras décadas del siglo XX. Inspirado por estos principios, el educador español Fernando Hernandez, profesor de Psicología y Artes en la Universidad de Barcelona, desarrolló el Trabajo por Proyectos como guía curricular, que posee como tema central asuntos que parten del interés de los alumnos. A lo largo de los años esa práctica pedagógica se difundió también en la Enseñanza Básica, llegando, incluso, a la Educación Infantil.
En la Escuela Internacional Saci, los Trabajos por Proyectos son desarrollados en los grupos de la Educación Infantil, Enseñanza Básica y en el Programa Bilingüe. Ese trabajo envuelve los alumnos en el proceso de enseñanza y aprendizaje y el profesor se convierte en un investigador junto al grupo. En la Escuela Internacional Saci, el Trabajo por Proyectos ocurre junto al Sistema Montesori una vez que:
  • Concibe el aprendizaje como el principal proceso por el cual el ser humano proyecta y construye su propia vida, y, por eso, dispensa los artificios de punición y recompensa, lo que abre camino para la autoeducación;
  • Incentiva el niño a explotar e investigar sus intereses – las cosas que le gusta hacer y que le gustaría aprender – y atribuye al profesor la responsabilidad de encontrar maneras de, a partir de esos intereses, tornar la actividad del niño útil al desarrollo de las competencias y habilidades básicas necesarias para que ella sea capaz de soñar sus propios sueños y transformarlos en realidad dentro y fuera de la escuela;
  • Abre el mayor espacio posible para el desarrollo activo del alumno, no solo en la concepción y en la elaboración de sus proyectos de aprendizaje pero también en su implementación y evaluación, pues esa participación no solo la motiva (por estar relacionada a sus intereses) como vuelve su aprendizaje activo y significativo;
  • Establece una estrecha relación entre el aprendizaje que pasa en la escuela, la vida y la experiencia del niño, reconstituyendo la relación entre sus procesos cognitivos y sus procesos vitales, pues los temas que el niño elije buscar parten, inevitablemente, de cuestiones vividas en su rutina y a su experiencia que le parecen importantes y sobre las cuales él se interesa en aprender más;
  • Proporciona el aprendizaje a partir de la experiencia con el concreto, de las emociones y de la apuración de los sentidos.
  • Cultiva en la escuela el sentido de comunidad a través del elogio a las acciones solidarias y responsables, que contribuyen para el ambiente pacífico y harmonioso.